París: 23 imprescindibles

El símbolo por excelencia de París y probablemente lo primero que se te viene a la cabeza cuando piensas en la ciudad.

Puedes disfrutarla de mil formas: subir hasta la cima para tener una vista panorámica de todo París, hacer un picnic tranquilo en el Campo de Marte con la Torre de fondo o simplemente contemplarla desde el Trocadéro, que tiene una de las mejores vistas.

Y si quieres un momento realmente especial, espera a que caiga la noche: cada hora en punto la Torre se ilumina con miles de destellos que duran unos minutos. Es un espectáculo sencillo pero mágico que nunca cansa, aunque lo veas varias veces.

Uno de los museos más famosos del mundo y hogar de la Mona Lisa, aunque su encanto va mucho más allá de este cuadro.

El Louvre es un auténtico viaje a través de la historia de la humanidad. En sus pasillos se respira arte en todas sus formas: desde las majestuosas esculturas griegas, como la Venus de Milo o la Victoria de Samotracia, hasta las piezas del Antiguo Egipto que parecen transportarte directamente a otra época.

Cada sala guarda tesoros únicos: tapices medievales, obras maestras del Renacimiento, pinturas francesas, italianas y flamencas que han marcado el rumbo del arte europeo, y una colección infinita de detalles que sorprenden a cada paso.

Más allá de las obras, el propio edificio es una joya. Sus galerías, sus techos decorados y la emblemática pirámide de cristal convierten la visita en una experiencia que mezcla la grandeza del pasado con la modernidad de París.

Recorrer el Louvre es mucho más que visitar un museo: es sumergirse en siglos de cultura, creatividad y belleza que dejan una huella imborrable.

Si quieres la mejor panorámica de la Torre Eiffel, este es el lugar.

Desde la explanada del Trocadéro la torre se alza justo enfrente, el momento ideal para disfrutarla es sobre todo al amanecer o al atardecer.

Además, la plaza suele tener ambiente, músicos callejeros y hasta espectáculos improvisados que hacen que la visita sea todavía más especial.

Notre Dame es uno de los grandes símbolos de París y un lugar que impone desde el primer momento.

Su impresionante fachada gótica, las torres que dominan la Île de la Cité y las famosas gárgolas que parecen vigilar la ciudad hacen que la visita sea inolvidable. Pasear por la plaza que se abre frente a la catedral permite apreciar cada detalle de su arquitectura y la atmósfera única que la rodea.

El entorno es igual de especial: la Île de la Cité, con sus calles llenas de historia y su cercanía al Sena, invita a recorrerla sin prisas. Muy cerca, los puestos de libreros al aire libre añaden ese toque bohemio que forma parte del alma de París.

Este barrio bohemio es como un pequeño pueblo dentro de París, lleno de callejuelas con encanto y rincones que parecen sacados de una pintura.

Pasea por sus calles empedradas, disfruta de los artistas callejeros que llenan la Place du Tertre y siéntate en una terraza a tomar algo mientras observas el ambiente.

El recorrido culmina en la Basílica del Sagrado Corazón, desde donde tendrás una de las vistas más impresionantes de la ciudad, sobre todo al atardecer.

Además, en la Place des Abbesses encontrarás el Muro de los Te Quiero, una obra que reúne la frase “te quiero” en más de 300 idiomas, convirtiéndose en uno de los rincones más románticos de París.

Es un lugar perfecto para combinar cultura, arte y esa atmósfera parisina que engancha.

Una de las avenidas más famosas del mundo, llena de vida a cualquier hora del día.

Aquí puedes pasear tranquilamente, entrar en tiendas de moda, disfrutar de un café o simplemente caminar hasta el Arco de Triunfo.

Subir a lo alto del arco te regala una panorámica espectacular de la ciudad, con la Torre Eiffel de fondo y la avenida extendiéndose bajo tus pies.

Por la noche, el paseo se ilumina y ofrece otra perspectiva mágica de la ciudad.

Una zona vibrante y llena de vida, donde el ambiente estudiantil se mezcla con siglos de historia.

Sus calles están repletas de librerías, bares y cafeterías con mucho encanto, además de pequeños restaurantes donde siempre encuentras algo rico que probar.

Aquí también se alza el Panteón, uno de los edificios más emblemáticos de París, y cerca tienes los preciosos Jardines de Luxemburgo, un oasis perfecto para relajarse.

Es un barrio ideal para perderse y sentir el París más auténtico y animado.

Pasear junto al Sena es una de las experiencias más románticas y relajantes de París.

Cada puente tiene su propio encanto: el Alexander III con sus detalles dorados, el Pont Neuf como el más antiguo, o el Pont des Arts con su ambiente bohemio.

De día puedes disfrutar de la arquitectura y de las vistas abiertas de la ciudad, y de noche todo iluminado se convierte en una postal viva.

Además, los cruceros por el Sena ofrecen otra forma única de descubrir París desde el agua.

Una de las plazas más emblemáticas y cargadas de historia de París.

En el centro se alza el gran obelisco egipcio de Luxor, rodeado de fuentes monumentales y esculturas que le dan un aire solemne.

Fue escenario de momentos históricos, como la Revolución Francesa, y hoy conecta directamente con los Campos Elíseos y el Jardín de las Tullerías.

Es un lugar que seguro cruzarás en tu viaje y que transmite la grandeza de la capital.

Un lugar único que llama la atención incluso antes de entrar, con su arquitectura moderna de tuberías de colores a la vista.

Dentro te espera una de las colecciones de arte moderno y contemporáneo más importantes del mundo, con obras de Picasso, Kandinsky, Miró o Warhol.

Además de las exposiciones, el ambiente creativo de su plaza y las vistas desde su terraza hacen que la visita sea inolvidable.

Es un espacio donde se respira innovación y cultura en cada rincón.

Un edificio espectacular que parece sacado de un cuento.

Su fachada majestuosa ya impresiona desde fuera, pero es al entrar cuando realmente sorprende: escaleras de mármol, lámparas brillantes y una sala de ópera decorada con todo lujo de detalles.

Además, su historia está ligada al famoso Fantasma de la Ópera, lo que le da un aire aún más especial.

Incluso sin asistir a una función, recorrer su interior es toda una experiencia.

Un imprescindible para los amantes del arte y la pintura impresionista.

Ubicado en una antigua estación de tren de estilo Beaux-Arts, su edificio por sí solo ya merece la visita.

Dentro encontrarás obras de Monet, Renoir, Degas, Cézanne y Van Gogh, entre muchos otros, que llenan sus salas de color y emoción.

Más compacto que el Louvre, ofrece una experiencia más cercana y envolvente, con un encanto muy especial.

Entre el Louvre y la Plaza de la Concordia se extiende este jardín clásico, uno de los más queridos por los parisinos.

Sus avenidas arboladas, estatuas y fuentes lo convierten en un lugar ideal para pasear, leer o simplemente disfrutar del ambiente.

Sus famosas sillas verdes invitan a descansar bajo el sol o junto a los estanques.

Es un rincón perfecto para hacer una pausa entre visitas y disfrutar del París más tranquilo.

Puede sonar inusual visitar un cementerio, pero el Père-Lachaise es uno de los más famosos y bellos del mundo.

Sus caminos arbolados y tumbas monumentales crean un ambiente único, entre lo solemne y lo artístico.

Aquí descansan figuras como Oscar Wilde, Jim Morrison, Edith Piaf o Chopin, lo que lo convierte también en un lugar cargado de historia y memoria cultural.

Pasear por él es descubrir un París diferente, sereno y evocador.

Una joya gótica escondida en pleno corazón de la ciudad.

Sus vitrales de colores, que se elevan hasta el techo, son de los más impresionantes que verás nunca: cuando la luz atraviesa las vidrieras, el interior se transforma en un espectáculo de colores y formas.

Su atmósfera íntima y su elegancia arquitectónica la convierten en uno de los lugares más hermosos de París.

Una visita que deja huella.

Mucho más que un centro comercial, es un icono del shopping y de la arquitectura parisina.

Su gran cúpula de cristal es simplemente espectacular, un espacio que mezcla lujo y elegancia.

Además de sus tiendas, desde la azotea se disfruta de una vista gratuita y panorámica de París, con la Torre Eiffel en el horizonte.

Incluso si no compras nada, recorrer sus pasillos es toda una experiencia visual.

El París moderno, con sus rascacielos de cristal, amplias avenidas y esculturas contemporáneas repartidas por las plazas.

Contrasta totalmente con el centro histórico y muestra la faceta más actual y cosmopolita de la ciudad.

El Gran Arco es su gran protagonista, y desde allí se abre una perspectiva única del eje que conecta visualmente con el Arco de Triunfo.

Es una visita diferente que completa la imagen de la capital francesa.

Una de las plazas más elegantes y exclusivas de París, rodeada de joyerías legendarias y hoteles de lujo como el Ritz.

Es el escaparate del París más sofisticado, con su atmósfera refinada y su arquitectura perfectamente simétrica.

En el centro se alza su columna conmemorativa, que recuerda las victorias de Napoleón y completa la armonía del lugar.

Pasear por aquí es sumergirse en el París más distinguido y fotogénico.

Un rincón relajado y alternativo de París, muy querido por los locales.

A lo largo de sus orillas encontrarás puentes metálicos, esclusas y un ambiente tranquilo perfecto para pasear.

Es ideal para improvisar un picnic, descubrir pequeñas cafeterías, bares con encanto y tiendas originales.

Aquí se respira un París distinto, menos turístico y más cotidiano.

Este conjunto monumental destaca en el paisaje de París con su gran cúpula dorada, visible desde distintos puntos de la ciudad.

En su interior se encuentra la tumba de Napoleón, rodeada de una imponente decoración que refleja la grandeza histórica de Francia.

Además, el complejo alberga el Museo del Ejército, con colecciones que abarcan siglos de historia militar.

Es un lugar que combina solemnidad, belleza arquitectónica y memoria histórica.

El Ayuntamiento de París es uno de los edificios más impresionantes de la ciudad, con su arquitectura renacentista repleta de detalles.

La gran plaza que se abre frente a él suele llenarse de vida con mercadillos, conciertos, exposiciones y en invierno hasta con una pista de patinaje.

Aunque no siempre es posible entrar en su interior, su fachada y el ambiente que lo rodea lo convierten en una parada obligada para sentir el pulso de la ciudad.

Un recorrido subterráneo único y con un punto inquietante.

Bajo las calles de París se extienden kilómetros de galerías donde reposan los restos de millones de personas, organizados en pasillos de cráneos y huesos que impactan al verlos.

Su atmósfera silenciosa y sobrecogedora lo convierte en una experiencia muy distinta a cualquier otra en la ciudad.

Una visita que sorprende y que se recuerda durante mucho tiempo.

Muchos dicen que la mejor vista de París se disfruta desde aquí porque… ¡no se ve la propia Torre Montparnasse!

Desde su mirador en la planta 56 tienes una vista de 360º de la ciudad: la Torre Eiffel, el Sena, los tejados parisinos y hasta el Sacré-Cœur en la distancia.

Es un lugar perfecto para ver cómo cambia la ciudad según avanza el día, desde la claridad de la mañana hasta el atardecer y la iluminación nocturna.